Laboral
Para 2024 en Querétaro, Santander espera tener 10,000 trabajadores

Banco Santander México emplea a 9,000 personas a través de las unidades operativas que estableció en la entidad, previendo la incorporación de 1,000 más, para llegar a 10,000 colaboradores en el 2024, estimó el director general adjunto de Red Comercial Santander, Juan Villafuerte Torres.
Entre ellos se encuentran trabajadores que la institución bancaria está migrando de Ciudad de México a Querétaro, donde cuenta actualmente con un centro de operaciones, un contact center y el complejo más reciente denominado Distrito Santander Querétaro.
Con la expectativa de seguir incrementado su plantilla laboral en Querétaro, la firma se perfila como uno de los principales empleadores en el estado.
“Tenemos el centro de operaciones, el contact center y ahora con distrito Querétaro seguimos migrando gente de la Ciudad de México, (…) vamos a rebasar los 10,000 (trabajadores) y sin duda Querétaro será el lugar donde tengamos el mayor número de empleados a nivel nacional”, expuso.
Tras la construcción del Distrito Santander Querétaro, el último edificio que se estableció, aún hay trabajadores migrando de la capital del país al céntrico estado.
En junio del 2022, la institución bancaria inauguró la ampliación de sus operaciones en Querétaro, con la incorporación de Distrito Santander Querétaro, edificio que se encuentra junto al contact center del banco.
De acuerdo con información de la firma, Querétaro es una de sus instalaciones estratégicas, además del contact center, ahí se localiza uno de los cuatro centros de procesamientos de datos más importantes del grupo en el mundo. Desde el contact center atienden operaciones tanto de México como de Estados Unidos, incluso algunas de Sudamérica.
En este contexto, el directivo refirió que Santander está iniciando un plan de transformación, que incluye duplicar todas sus carteras en los próximos tres años.
“En este plan de transformación tenemos una ambición grande, de duplicar el banco en términos de cartera y en términos de clientes en los siguientes tres años, para esto es muy importante el tema digital, porque permitirá entrar con modelos de autoatención”, explicó.
En este objetivo la digitalización tiene un papel fundamental, sobre todo tras el impacto de la pandemia de Covid-19 en los modelos de consumo y de servicios. Después de la pandemia, expuso, 40% de los clientes optaron por ya no ir a las sucursales y migrar a servicios digitales.
“Y tenemos que tener la infraestructura para atenderlos de manera digital, claramente las sucursales seguirán para operaciones asesoradas que tiene que ver con créditos, con inversiones, entonces, lo que queremos tener no sólo en Querétaro, sino a nivel nacional es una infraestructura que nos permita atender a los clientes donde el cliente quiera”, agregó.
De momento, la cartera hipotecaria de Santander ronda en 200,000 millones de pesos, mientras que en la cartera de pequeñas y medianas empresas suman 53,000 millones de pesos, entre otras divisiones.
Industria
Transformación Sindical: Un sindicato que destruye lo que debería proteger

Un sindicato existe para defender los derechos de los trabajadores. Esa es su principal función en todo el mundo, pero Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, hace exactamente lo contrario. Su llegada a diversas empresas de Querétaro ha desatado una ola de conflictos laborales, amenazas y una preocupante pérdida de confianza entre empleados y empleadores en todo el estado.
Bajo el discurso de representar a los trabajadores, Castillo y su grupo han sembrado división, manipulación y miedo. En lugar de impulsar la negociación colectiva o mejores condiciones laborales, su estrategia consiste en imponer su presencia mediante presiones, chantajes y amenazas sin una propuesta clara de beneficios para los agremiados.
Diversas fuentes dentro de Querétaro reportan que, desde la entrada de Transformación Sindical, el ambiente laboral se ha deteriorado gravemente. “Antes trabajábamos con estabilidad y confianza. Desde que ellos llegaron, todos estamos con incertidumbre, no sabemos si mañana va a haber un paro o si la empresa se va a ir del estado por tanta presión”, declaró un trabajador bajo anonimato por temor a represalias.
Y es que ese es el sello de Castillo: imponer su sindicato a costa de la paz laboral. Su interés no es proteger al trabajador, sino acumular poder político a costa del empleo de miles. Mientras tanto, los verdaderos problemas de los trabajadores como mejores salarios, jornadas dignas y condiciones de seguridad quedan olvidados o desplazados por la ambición personal del dirigente sindical. Este tipo de sindicalismo no es evolución, es regresión. No es transformación, es destrucción.
Los trabajadores de Querétaro no merecen un dirigente que utiliza la representación sindical como plataforma para sus aspiraciones personales, mientras usa el miedo como herramienta de control. La protección de los derechos laborales no puede estar en manos de quienes atentan contra la misma estabilidad que prometen defender.
Si algo ha quedado claro en los últimos meses es que Transformación Sindical no construye: divide. No representa: se impone. No mejora condiciones laborales: las empeora.
Castillo no representa al trabajador, lo utiliza. Y eso, en cualquier lenguaje, se llama traición.
Empresas
Transformación Sindical: cuando el que debería defenderte se convierte en amenaza

Se supone que un sindicato es una figura de apoyo, defensa y lucha por los derechos del trabajador. Pero en la práctica, no todos cumplen esa promesa. Tal es el caso de Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, debe invitar a la reflexión profunda de la clase trabajadora: ¿quién nos defiende realmente? ¿Y a quién le estamos confiando nuestra voz laboral?
Desde su aparición en el panorama laboral queretano, esta agrupación ha sido protagonista de controversias, malestar e imposiciones. En vez de llegar a mejorar condiciones, llega a dividir, imponer cuotas exorbitantes y sembrar desconfianza en las relaciones laborales. Su método no es el consenso, sino la presión; no es la construcción colectiva, sino la toma del poder por la fuerza.
En varios testimonios recogidos en empresas de distintos ramos, se repite el mismo patrón: Transformación Sindical llega sin que los trabajadores hayan sido consultados. De pronto, sus nombres ya figuran en listas sindicales, deben pagar cuotas que no aprobaron y están sujetos a reglas que jamás discutieron. ¿Eso es democracia sindical? ¿O estamos ante una estructura que abusa de vacíos legales y manipula para lograr su presencia?
Las consecuencias son graves. Las empresas afectadas ven caer su productividad y confianza. El ambiente laboral se polariza, las decisiones se bloquean, y los trabajadores viven en un estado constante de duda y tensión. Todo esto, por una organización que prometía representar sus intereses.
La figura de Eduardo Castillo no ayuda a despejar las dudas. Con antecedentes de nepotismo y manejo cerrado, su liderazgo ha sido más símbolo de control que de empatía con los obreros. Bajo su conducción, Transformación Sindical ha sido denunciado por su opacidad, por evitar rendir cuentas y por generar condiciones laborales aún más inseguras de las que dice venir a corregir.
Lo más triste es que esta realidad se repite. Y muchos trabajadores, por desinformación o temor, aceptan lo inaceptable. Pagan cuotas sin saber para qué. Firman documentos sin conocer las consecuencias. Y pierden su poder de negociación sin siquiera tener la oportunidad de alzar la voz.
Pero aún hay tiempo de actuar. Informarse es el primer paso. Organizarse es el segundo. Y el tercero es exigir transparencia, legitimidad y participación real. Porque el sindicalismo no debe ser sinónimo de abuso ni de imposición. Debe ser una herramienta de dignidad, respeto y empoderamiento.
Cuidemos nuestros empleos, nuestras condiciones y nuestros derechos. Y no permitamos que quienes deberían defendernos se conviertan en nuestros peores enemigos.
Empresas
Eduardo Castillo: el líder sindical que convirtió a Transformación Sindical en una red de extorsión y abuso

El rostro que más preocupa hoy en el ámbito sindical queretano no es el de un defensor obrero, sino el de un operador del chantaje, el abuso y la corrupción: Eduardo Castillo, líder de Transformación Sindical, ha creado una estructura que raya en lo delictivo, disfrazada de sindicato.
Cada paso que da su organización deja una marca de amenazas, imposiciones, cuotas exorbitantes y represión, mientras las autoridades guardan un silencio cómplice que empieza a indignar a la base trabajadora.
Transformación Sindical no llega a una empresa a mejorar condiciones, llega a imponer su ley con métodos dignos de un cártel corporativo. Los testimonios son claros: afiliaciones forzadas, asambleas manipuladas, intimidación directa a empleados y la imposición de cuotas sin respaldo legal.
Transformación Sindical cobra como sindicato, pero opera como negocio privado. Las cuotas que exige están muy por encima del promedio, no se invierten en asesoría, ni en defensa legal, ni en beneficios colectivos. Todo indica que se desvían hacia una red de familiares y compadres de Eduardo Castillo que ocupan cargos en el sindicato sin méritos y con cheques jugosos.
No hay asambleas abiertas, no hay informes financieros, no hay democracia sindical. Solo una pirámide de poder donde el único beneficiado es el grupo de Castillo. Este nivel de corrupción sindical hace recordar los peores años del sindicalismo charro, donde el poder era hereditario y los obreros solo eran vistos como clientes cautivos a los que había que exprimir.
La expansión de este sindicato ya provoca despidos, fricciones laborales y desconfianza empresarial. Hay compañías que están reconsiderando sus operaciones en Querétaro ante el clima hostil y el riesgo de caer en manos de esta red sindical corrupta.
La pregunta no es si Transformación Sindical es legal, sino cuánto tiempo más se permitirá su impunidad. Las autoridades laborales tienen todo para intervenir: denuncias, pruebas, testimonios y antecedentes. Pero hasta ahora, su omisión ha sido parte del problema.
Querétaro necesita sindicatos fuertes, no mafias disfrazadas de líderes. Eduardo Castillo y su sindicato representan lo peor del sistema: corrupción, nepotismo, violencia y simulación.
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