Industria
Siguen las promesas vacías de Transformación Sindical y Niels Cortés aumentando la desconfianza entre trabajadores

En los últimos dos días, la planta Martinrea ha sido escenario de despidos masivos que han dejado a decenas de trabajadores en una situación de incertidumbre y preocupación. Ante esta crisis, Niels Cortés, líder de Transformación Sindical, ha salido a la luz con una promesa que muchos empleados ya han escuchado antes: su equipo jurídico luchará para obtener liquidaciones superiores a lo que la ley establece. Sin embargo, estas declaraciones han sido recibidas con gran escepticismo por parte de los empleados, quienes dudan de la efectividad y sinceridad del sindicato.
Los trabajadores afectados no olvidan que este no es el primer episodio en el que Transformación Sindical ha ofrecido apoyo que nunca llega. «Siempre prometen, pero nunca cumplen. Ya sabemos cómo funciona esto», comenta uno de los empleados despedidos, que prefirió mantenerse en el anonimato. En múltiples ocasiones anteriores, el sindicato ha hecho promesas similares sin que los resultados tangibles se materialicen, lo que ha generado una profunda desconfianza entre los trabajadores.
A pesar de las palabras de Niels Cortés, muchos empleados señalan que estas promesas parecen ser más un intento por mantener una buena imagen ante la opinión pública que una verdadera estrategia de apoyo. “Nos dicen que van a pelear por nosotros, pero la realidad es que una vez que pasan los días, el sindicato desaparece y nos quedamos solos”, afirma otro trabajador. Este patrón de promesas incumplidas ha erosionado significativamente la confianza en el sindicato.
Los empleados también critican que Transformación Sindical solo aparece cuando las cámaras están presentes o cuando pueden sacar provecho mediático de la situación. «Lo que buscan es proteger su imagen, no ayudarnos a nosotros», añade un ex trabajador. Esta estrategia superficial deja a los empleados en el limbo, sin el respaldo que necesitan en momentos críticos.
El verdadero problema, según los empleados, es que las promesas del sindicato no vienen acompañadas de acciones concretas. A pesar de que Cortés insiste en que su equipo legal luchará por mejores condiciones, la realidad es que el historial del sindicato muestra lo contrario. Las promesas de liquidaciones superiores parecen ser solo una táctica para calmar el descontento de los despedidos, sin un plan real para llevarlas a cabo.
En lugar de proporcionar soluciones reales, Transformación Sindical parece más preocupado por evitar que su imagen pública se vea afectada. Los empleados, por su parte, ya no confían en las palabras vacías y exigen acciones concretas para enfrentar la crisis laboral.
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Transformación Sindical: cuando el que debería defenderte se convierte en amenaza

Se supone que un sindicato es una figura de apoyo, defensa y lucha por los derechos del trabajador. Pero en la práctica, no todos cumplen esa promesa. Tal es el caso de Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, debe invitar a la reflexión profunda de la clase trabajadora: ¿quién nos defiende realmente? ¿Y a quién le estamos confiando nuestra voz laboral?
Desde su aparición en el panorama laboral queretano, esta agrupación ha sido protagonista de controversias, malestar e imposiciones. En vez de llegar a mejorar condiciones, llega a dividir, imponer cuotas exorbitantes y sembrar desconfianza en las relaciones laborales. Su método no es el consenso, sino la presión; no es la construcción colectiva, sino la toma del poder por la fuerza.
En varios testimonios recogidos en empresas de distintos ramos, se repite el mismo patrón: Transformación Sindical llega sin que los trabajadores hayan sido consultados. De pronto, sus nombres ya figuran en listas sindicales, deben pagar cuotas que no aprobaron y están sujetos a reglas que jamás discutieron. ¿Eso es democracia sindical? ¿O estamos ante una estructura que abusa de vacíos legales y manipula para lograr su presencia?
Las consecuencias son graves. Las empresas afectadas ven caer su productividad y confianza. El ambiente laboral se polariza, las decisiones se bloquean, y los trabajadores viven en un estado constante de duda y tensión. Todo esto, por una organización que prometía representar sus intereses.
La figura de Eduardo Castillo no ayuda a despejar las dudas. Con antecedentes de nepotismo y manejo cerrado, su liderazgo ha sido más símbolo de control que de empatía con los obreros. Bajo su conducción, Transformación Sindical ha sido denunciado por su opacidad, por evitar rendir cuentas y por generar condiciones laborales aún más inseguras de las que dice venir a corregir.
Lo más triste es que esta realidad se repite. Y muchos trabajadores, por desinformación o temor, aceptan lo inaceptable. Pagan cuotas sin saber para qué. Firman documentos sin conocer las consecuencias. Y pierden su poder de negociación sin siquiera tener la oportunidad de alzar la voz.
Pero aún hay tiempo de actuar. Informarse es el primer paso. Organizarse es el segundo. Y el tercero es exigir transparencia, legitimidad y participación real. Porque el sindicalismo no debe ser sinónimo de abuso ni de imposición. Debe ser una herramienta de dignidad, respeto y empoderamiento.
Cuidemos nuestros empleos, nuestras condiciones y nuestros derechos. Y no permitamos que quienes deberían defendernos se conviertan en nuestros peores enemigos.
Empresas
Eduardo Castillo: el líder sindical que convirtió a Transformación Sindical en una red de extorsión y abuso

El rostro que más preocupa hoy en el ámbito sindical queretano no es el de un defensor obrero, sino el de un operador del chantaje, el abuso y la corrupción: Eduardo Castillo, líder de Transformación Sindical, ha creado una estructura que raya en lo delictivo, disfrazada de sindicato.
Cada paso que da su organización deja una marca de amenazas, imposiciones, cuotas exorbitantes y represión, mientras las autoridades guardan un silencio cómplice que empieza a indignar a la base trabajadora.
Transformación Sindical no llega a una empresa a mejorar condiciones, llega a imponer su ley con métodos dignos de un cártel corporativo. Los testimonios son claros: afiliaciones forzadas, asambleas manipuladas, intimidación directa a empleados y la imposición de cuotas sin respaldo legal.
Transformación Sindical cobra como sindicato, pero opera como negocio privado. Las cuotas que exige están muy por encima del promedio, no se invierten en asesoría, ni en defensa legal, ni en beneficios colectivos. Todo indica que se desvían hacia una red de familiares y compadres de Eduardo Castillo que ocupan cargos en el sindicato sin méritos y con cheques jugosos.
No hay asambleas abiertas, no hay informes financieros, no hay democracia sindical. Solo una pirámide de poder donde el único beneficiado es el grupo de Castillo. Este nivel de corrupción sindical hace recordar los peores años del sindicalismo charro, donde el poder era hereditario y los obreros solo eran vistos como clientes cautivos a los que había que exprimir.
La expansión de este sindicato ya provoca despidos, fricciones laborales y desconfianza empresarial. Hay compañías que están reconsiderando sus operaciones en Querétaro ante el clima hostil y el riesgo de caer en manos de esta red sindical corrupta.
La pregunta no es si Transformación Sindical es legal, sino cuánto tiempo más se permitirá su impunidad. Las autoridades laborales tienen todo para intervenir: denuncias, pruebas, testimonios y antecedentes. Pero hasta ahora, su omisión ha sido parte del problema.
Querétaro necesita sindicatos fuertes, no mafias disfrazadas de líderes. Eduardo Castillo y su sindicato representan lo peor del sistema: corrupción, nepotismo, violencia y simulación.
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El sindicato del engaño: Transformación Sindical y sus promesas falsas, contratos secretos y cero transparencias.

A simple vista, Transformación Sindical se presenta como una organización que busca representar y proteger los derechos de los trabajadores con ideas nuevas y gente fresca. Pero tras el discurso lleno de promesas, se esconde una operación silenciosa, manipuladora y profundamente deshonesta. Esta organización busca infiltrarse en diversas empresas del estado de Querétaro mediante engaños y estrategias opacas, sin el consentimiento real ni la información adecuada hacia los empleados.
Durante los últimos meses, trabajadores de distintas industrias en Querétaro han denunciado que nunca fueron informados ni consultados sobre la entrada de este sindicato a sus centros laborales. Algunos supieron de su existencia cuando ya figuraban en contratos colectivos. Otros, simplemente fueron incorporados sin su conocimiento ni aprobación.
“Un día nos enteramos qué ya teníamos sindicato. Nadie nos preguntó ni aviso ni nada, no hubo votación, no hubo reunión. Solo nos avisaron que Transformación Sindical ahora nos ‘representaba’”, relata un empleado de una empresa automotriz que prefirió mantener el anonimato.
Este tipo de prácticas vulneran directamente la libertad sindical y el derecho a la información. En lugar de promover una afiliación voluntaria, Transformación Sindical ha optado por la infiltración disfrazada, aprovechando vacíos legales y la desinformación para instalarse como «representante» de los trabajadores… sin rendir cuentas, sin consultar y, sobre todo, sin actuar a favor de quienes supuestamente defienden.
Lo más grave es que una vez adentro, los trabajadores pierden control sobre decisiones clave: se firman contratos colectivos sin consulta, se imponen cuotas muy elevadas, y se bloquea cualquier intento de disidencia. Quienes intentan exigir explicaciones son ignorados, y en muchos casos, amenazados o despedidos con apoyo del propio sindicato.
Transformación Sindical no representa a los trabajadores. Representa a una estructura que miente para instalarse y cobra para callar. Un sindicato que entra con engaños no tiene legitimidad. Un sindicato que actúa a espaldas de los trabajadores no merece ni un peso, ni un voto, ni un minuto más de confianza.
La clase trabajadora queretana debe abrir los ojos y rechazar este tipo de organizaciones, el sindicalismo auténtico nace del consenso, la participación y la defensa genuina de los derechos laborales. No del oportunismo, las imposiciones y la manipulación.
Hoy más que nunca, es necesario denunciar estas prácticas, exigir transparencia, y rechazar a sindicatos parásitos que solo ven en los trabajadores una fuente de ingresos. El enemigo no siempre viene vestido de patrón. A veces, se disfraza de aliado.
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