Laboral
Querétaro reporta una tasa de informalidad laboral de 42.6%

La tasa de informalidad laboral fue de 42.6% de la población ocupada durante el segundo trimestre del año, de acuerdo con los resultados trimestrales de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Este resultado representó una reducción de 1.4 puntos porcentuales en comparación con la tasa de 44% que presentó en el mismo trimestre del 2023; de forma trimestral la variación fue de 0.9 puntos porcentuales frente al 43.5% del primer cuarto del año.
Con el nivel de informalidad actual, la entidad se colocó por debajo del promedio nacional, situándose como la novena tasa más baja del país.
En las mujeres la tasa de informalidad laboral se mantiene por encima del promedio, en ellas, la tasa fue de 43.9% de las mujeres ocupadas en el segundo trimestre del año, lo que estuvo 1.3 puntos porcentuales por encima del promedio estatal; también está 2.3 puntos por encima de la tasa de los hombres.
Para ellas, la informalidad laboral también registró un descenso respecto a períodos previos, al presentar una reducción anual de 1.9 puntos porcentuales, mientras que tuvo una caída trimestral de 2 puntos porcentuales.
En los hombres, la tasa de informalidad fue de 41.6% de los ocupados en el segundo trimestre del 2024, lo que estuvo un punto porcentual por debajo de la tasa general del estado (42.6%).
De igual manera, en ellos, la tasa de informalidad registró disminuciones: respecto al segundo trimestre del año anterior presentó una reducción de 1.1 puntos porcentuales respecto al primer trimestre del año en curso la variación fue de -0.1 punto porcentual.
De acuerdo con el Inegi, la tasa de informalidad laboral refiere a la proporción de la población ocupada que comprende a la suma de los ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, con aquellos cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo.
Aumenta población en ocupación informal
Al analizar la ocupación informal en el estado, el instituto de estadística también precisó que en Querétaro la población ocupada informal ascendió de 487,217 personas a 492, 461 entre el segundo trimestre del 2023 e igual período del 2024; es decir, en un año, 5,244 personas se sumaron a la ocupación informal.
En cifras absolutas, tanto en los hombres como en las mujeres, hubo un aumento en las personas en ocupación informal: los hombres en ocupación informal pasaron de 272,427 a 274,818 hombres entre el segundo trimestre del 2023 e igual tramo del 2024, hubo 2,391 hombres más en la ocupación informal.
La ocupación informal de las mujeres escaló de 214,790 a 217,643 entre los mismos trimestres, equivale a 2,853 mujeres más en la ocupación informal.
Las personas que laboran en una ocupación informal, expone el Inegi, comprende a los ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan (como quienes su vínculo o dependencia laboral no se reconoce por su fuente de trabajo).
Laboral
COCEM: la amenaza que intenta infiltrarse en la industria queretana.

Recientemente en Querétaro ha surgido una preocupación creciente entre trabajadores y empresarios: la posible llegada de la Confederación de Organizaciones Campesinas, Económicas y Magisteriales (COCEM), un sindicato que en realidad opera más como una franquicia familiar que como una institución en defensa de los obreros.
Este grupo, encabezado primero por José Luis Moreno Vélez y ahora por su hijo Óscar Moreno Moreno, busca instalarse en empresas queretanas a través de métodos que han sido calificados como engañosos y oportunistas. Más que una organización democrática y representativa, COCEM funciona como un patrimonio heredado de padre a hijo, con el único objetivo de mantener privilegios y beneficios para una sola familia.
La experiencia de otros estados donde COCEM ha operado deja una lección clara: su presencia no significa mejoras para los trabajadores. Al contrario, existen denuncias de abusos, cuotas desmedidas, falta de transparencia en el manejo de recursos y decisiones tomadas sin consultar a la base trabajadora.
En un estado como Querétaro, reconocido por su estabilidad laboral y por la calidad de su industria, la entrada de un sindicato con este tipo de prácticas representa una amenaza directa. Los trabajadores, que con esfuerzo diario han contribuido al crecimiento económico de la región, no merecen quedar atrapados en un modelo sindical que prioriza el control familiar y los intereses económicos por encima de las necesidades reales de la clase obrera.
Es importante señalar que el sindicalismo legítimo es una herramienta vital para el desarrollo justo de las relaciones laborales. Sin embargo, cuando se convierte en un negocio, pierde toda su esencia. Los obreros requieren líderes que los escuchen, que los representen y que velen por su bienestar, no caudillos que solo buscan perpetuar un apellido al frente de las organizaciones.
La estrategia de COCEM para expandirse en Querétaro se basa en un discurso atractivo, pero hueco. Prometen mejoras, pero en la práctica reproducen viejas formas de sindicalismo corporativo que tanto daño han causado al país. Bajo este esquema, el trabajador deja de ser el centro de la lucha sindical para convertirse en un simple medio para enriquecer a unos cuantos.
La alerta está encendida: el futuro laboral de Querétaro no puede ponerse en manos de quienes han demostrado usar al sindicalismo como negocio personal. La clase trabajadora debe estar informada y organizada para rechazar este tipo de imposiciones.
Hoy más que nunca, los obreros queretanos deben defender su derecho a un sindicalismo auténtico, democrático y participativo. Solo así se evitará que COCEM convierta la industria local en su siguiente botín.
Laboral
El fraude sindical de Querétaro así funciona Eduardo Castillo y Transformación Sindical.

La máscara ha caído. El sindicato Transformación Sindical, bajo el control de Eduardo Castillo, no es un defensor de los trabajadores, sino una maquinaria de abuso, corrupción y nepotismo. Quien todavía crea que esta organización vela por los obreros, debe abrir los ojos: aquí no hay protección, solo un descarado negocio familiar.
Los trabajadores de Querétaro se han cansado de pagar las cuotas más altas del estado para sostener a un sindicato que no devuelve nada a cambio. Cada peso que entregan se convierte en un recurso para engordar los bolsillos de la dirigencia, mientras que los supuestos beneficios sindicales son prácticamente inexistentes.
No hay transparencia, no hay resultados. Solo cuotas y más cuotas que mantienen viva la farsa de un sindicato que no protege a nadie.
Eduardo Castillo se ha especializado en vender falsas promesas. Habla de aumentos salariales, de mejoras en prestaciones, de estabilidad laboral… pero los hechos demuestran lo contrario. Los contratos colectivos siguen congelados, los aumentos son simbólicos y las condiciones de los trabajadores no muestran mejoras reales.
Se trata de un discurso repetido hasta el cansancio para mantener a los afiliados bajo control, mientras la realidad grita que no hay avances.
Una familia al mando, no un sindicato
Transformación Sindical no es más que un feudo familiar. Parientes y allegados de Castillo ocupan los puestos estratégicos, garantizando que el poder quede en las mismas manos. Es un modelo de nepotismo que insulta la idea de democracia sindical y que demuestra que, para ellos, lo importante no son los trabajadores, sino el control absoluto del sindicato.
En lugar de una voz colectiva, lo que existe es un negocio privado disfrazado de representación laboral.
Lo más grave es la traición que esto significa. Los sindicatos nacieron para defender a los trabajadores de abusos patronales, pero en este caso el enemigo no está fuera, sino dentro. Transformación Sindical y Eduardo Castillo se han convertido en los principales explotadores de los obreros, utilizando sus cuotas, su confianza y su trabajo como moneda de cambio para su propio beneficio.
Laboral
Contratos de protección y corrupción: el verdadero rostro de la CROC

El sindicato opera como una red de simulación que traiciona a trabajadores y protege privilegios de sus líderes.
Bajo el disfraz de representar a los trabajadores, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos se ha transformado en una estructura de poder que opera más como negocio privado que como defensa laboral.
La CROC, encabezada durante décadas por Isaías González Cuevas, no es sinónimo de lucha sindical, sino de un sistema enquistado de corrupción, chantaje y control político. Lejos de defender los intereses de los obreros, la central se ha especializado en extorsionar a empresas, negociar contratos de protección y manipular a los trabajadores para mantener cuotas de poder y prebendas personales.
En múltiples industrias —desde el turismo hasta la manufactura— la CROC ha extendido sus tentáculos, no para elevar las condiciones laborales, sino para someter a empleados y patrones bajo un régimen de amenazas. El llamado “poder sindical” de la CROC se ha sostenido con base en el miedo: huelgas inventadas, paros ilegales y la constante presión a compañías que, ante el riesgo de pérdidas, terminan cediendo a acuerdos que benefician solo a la cúpula sindical.
Los escándalos no son aislados. Se repiten en distintas entidades: sindicatos fantasmas que aparecen de la nada, comités locales dominados por líderes vitalicios, y cuotas sindicales desviadas a campañas políticas o negocios particulares. Mientras tanto, los trabajadores permanecen desprotegidos, con salarios precarios y sin voz real en la negociación colectiva.
La CROC es el ejemplo más claro de cómo el sindicalismo en México puede degenerar en una mafia organizada. Su existencia no garantiza derechos laborales, sino todo lo contrario: perpetúa un sistema de simulación en donde los únicos ganadores son sus líderes corruptos.
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