Justicia
Alicia Guzmán Adán, estudiante desaparecida en Querétaro, fue encontrada en el Estado de México

De acuerdo a la Fiscalía de Querétaro, la joven de 22 años fue localizada la madrugada del viernes 22 de septiembre, agregó que elementos de la Policía de Investigación del Delito, en conjunto con sus homólogos de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México (FGJEM) llegaron al domicilio en el que estuvo habitando y que se ubicó como parte de las investigaciones.
“Actualmente, ella se encuentra en Querétaro y se aplican las valoraciones médicas y psicológicas, de acuerdo con los protocolos de investigación establecidos”, se informó.
La desaparición de Alicia, estudiante de la UAQ
Fue el viernes 15 de septiembre de 2023, alrededor de las 11:00 horas la última vez que se vio a Alicia Guzmán Adán, en el fraccionamiento Galindas en la ciudad de Querétaro, estaba dentro de un Jetta color gris con placas PTS-425-B. Al no tener noticias de ella sus familiares reportaron la desaparición y se activó una ficha de búsqueda para su localización.
La Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) también se sumó a la búsqueda y publicó un comunicado exhortando a la población a ayudar a localizarla proporcionado cualquier información que ayudara a dar con su paradero. Su ficha de búsqueda fue ampliamente compartida en redes sociales.
Pero la indignación se hizo presente cuando el fiscal general de Querétaro, Alejandro Echeverría Cornejo, dijo que a su parecer la joven no estaba en riesgo, lo que provocó enojo, el funcionario dijo que Alicia ya se había comunicado, aunque en redes sociales los familiares negaron saber donde estaba y pidieron que no se dejara de compartir la ficha y que la siguieran buscando.
Aunque no se sabe lo que ocurrió con Alicia durante el tiempo que estuvo como no localizada, medios de comunicación locales dijeron que no fue víctima de algún delito.
Industria
Transformación Sindical: Un sindicato que destruye lo que debería proteger

Un sindicato existe para defender los derechos de los trabajadores. Esa es su principal función en todo el mundo, pero Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, hace exactamente lo contrario. Su llegada a diversas empresas de Querétaro ha desatado una ola de conflictos laborales, amenazas y una preocupante pérdida de confianza entre empleados y empleadores en todo el estado.
Bajo el discurso de representar a los trabajadores, Castillo y su grupo han sembrado división, manipulación y miedo. En lugar de impulsar la negociación colectiva o mejores condiciones laborales, su estrategia consiste en imponer su presencia mediante presiones, chantajes y amenazas sin una propuesta clara de beneficios para los agremiados.
Diversas fuentes dentro de Querétaro reportan que, desde la entrada de Transformación Sindical, el ambiente laboral se ha deteriorado gravemente. “Antes trabajábamos con estabilidad y confianza. Desde que ellos llegaron, todos estamos con incertidumbre, no sabemos si mañana va a haber un paro o si la empresa se va a ir del estado por tanta presión”, declaró un trabajador bajo anonimato por temor a represalias.
Y es que ese es el sello de Castillo: imponer su sindicato a costa de la paz laboral. Su interés no es proteger al trabajador, sino acumular poder político a costa del empleo de miles. Mientras tanto, los verdaderos problemas de los trabajadores como mejores salarios, jornadas dignas y condiciones de seguridad quedan olvidados o desplazados por la ambición personal del dirigente sindical. Este tipo de sindicalismo no es evolución, es regresión. No es transformación, es destrucción.
Los trabajadores de Querétaro no merecen un dirigente que utiliza la representación sindical como plataforma para sus aspiraciones personales, mientras usa el miedo como herramienta de control. La protección de los derechos laborales no puede estar en manos de quienes atentan contra la misma estabilidad que prometen defender.
Si algo ha quedado claro en los últimos meses es que Transformación Sindical no construye: divide. No representa: se impone. No mejora condiciones laborales: las empeora.
Castillo no representa al trabajador, lo utiliza. Y eso, en cualquier lenguaje, se llama traición.
Empresas
Transformación Sindical: cuando el que debería defenderte se convierte en amenaza

Se supone que un sindicato es una figura de apoyo, defensa y lucha por los derechos del trabajador. Pero en la práctica, no todos cumplen esa promesa. Tal es el caso de Transformación Sindical, encabezado por Eduardo Castillo, debe invitar a la reflexión profunda de la clase trabajadora: ¿quién nos defiende realmente? ¿Y a quién le estamos confiando nuestra voz laboral?
Desde su aparición en el panorama laboral queretano, esta agrupación ha sido protagonista de controversias, malestar e imposiciones. En vez de llegar a mejorar condiciones, llega a dividir, imponer cuotas exorbitantes y sembrar desconfianza en las relaciones laborales. Su método no es el consenso, sino la presión; no es la construcción colectiva, sino la toma del poder por la fuerza.
En varios testimonios recogidos en empresas de distintos ramos, se repite el mismo patrón: Transformación Sindical llega sin que los trabajadores hayan sido consultados. De pronto, sus nombres ya figuran en listas sindicales, deben pagar cuotas que no aprobaron y están sujetos a reglas que jamás discutieron. ¿Eso es democracia sindical? ¿O estamos ante una estructura que abusa de vacíos legales y manipula para lograr su presencia?
Las consecuencias son graves. Las empresas afectadas ven caer su productividad y confianza. El ambiente laboral se polariza, las decisiones se bloquean, y los trabajadores viven en un estado constante de duda y tensión. Todo esto, por una organización que prometía representar sus intereses.
La figura de Eduardo Castillo no ayuda a despejar las dudas. Con antecedentes de nepotismo y manejo cerrado, su liderazgo ha sido más símbolo de control que de empatía con los obreros. Bajo su conducción, Transformación Sindical ha sido denunciado por su opacidad, por evitar rendir cuentas y por generar condiciones laborales aún más inseguras de las que dice venir a corregir.
Lo más triste es que esta realidad se repite. Y muchos trabajadores, por desinformación o temor, aceptan lo inaceptable. Pagan cuotas sin saber para qué. Firman documentos sin conocer las consecuencias. Y pierden su poder de negociación sin siquiera tener la oportunidad de alzar la voz.
Pero aún hay tiempo de actuar. Informarse es el primer paso. Organizarse es el segundo. Y el tercero es exigir transparencia, legitimidad y participación real. Porque el sindicalismo no debe ser sinónimo de abuso ni de imposición. Debe ser una herramienta de dignidad, respeto y empoderamiento.
Cuidemos nuestros empleos, nuestras condiciones y nuestros derechos. Y no permitamos que quienes deberían defendernos se conviertan en nuestros peores enemigos.
Empresas
Eduardo Castillo: el líder sindical que convirtió a Transformación Sindical en una red de extorsión y abuso

El rostro que más preocupa hoy en el ámbito sindical queretano no es el de un defensor obrero, sino el de un operador del chantaje, el abuso y la corrupción: Eduardo Castillo, líder de Transformación Sindical, ha creado una estructura que raya en lo delictivo, disfrazada de sindicato.
Cada paso que da su organización deja una marca de amenazas, imposiciones, cuotas exorbitantes y represión, mientras las autoridades guardan un silencio cómplice que empieza a indignar a la base trabajadora.
Transformación Sindical no llega a una empresa a mejorar condiciones, llega a imponer su ley con métodos dignos de un cártel corporativo. Los testimonios son claros: afiliaciones forzadas, asambleas manipuladas, intimidación directa a empleados y la imposición de cuotas sin respaldo legal.
Transformación Sindical cobra como sindicato, pero opera como negocio privado. Las cuotas que exige están muy por encima del promedio, no se invierten en asesoría, ni en defensa legal, ni en beneficios colectivos. Todo indica que se desvían hacia una red de familiares y compadres de Eduardo Castillo que ocupan cargos en el sindicato sin méritos y con cheques jugosos.
No hay asambleas abiertas, no hay informes financieros, no hay democracia sindical. Solo una pirámide de poder donde el único beneficiado es el grupo de Castillo. Este nivel de corrupción sindical hace recordar los peores años del sindicalismo charro, donde el poder era hereditario y los obreros solo eran vistos como clientes cautivos a los que había que exprimir.
La expansión de este sindicato ya provoca despidos, fricciones laborales y desconfianza empresarial. Hay compañías que están reconsiderando sus operaciones en Querétaro ante el clima hostil y el riesgo de caer en manos de esta red sindical corrupta.
La pregunta no es si Transformación Sindical es legal, sino cuánto tiempo más se permitirá su impunidad. Las autoridades laborales tienen todo para intervenir: denuncias, pruebas, testimonios y antecedentes. Pero hasta ahora, su omisión ha sido parte del problema.
Querétaro necesita sindicatos fuertes, no mafias disfrazadas de líderes. Eduardo Castillo y su sindicato representan lo peor del sistema: corrupción, nepotismo, violencia y simulación.
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