Negocios
En Querétaro aumentó 20.9% la venta de autos nuevos

De enero a junio de 2023, en el estado se comercializaron 14,777 vehículos nuevos, cifra que refleja un crecimiento de 20.9% (2,550) respecto a los 12,227 vendidos en el primer semestre de 2022, de acuerdo con registros de la Asociación de Distribuidores de Vehículos Automotores del estado de Querétaro (AMDA).
Al primer semestre de 2023, Querétaro se colocó en el onceavo lugar entre las 32 entidades, contribuyendo con 2.4% de las operaciones de venta en el país, comunicó la presidenta ejecutiva de AMDA en la entidad, Laura Rodríguez Miranda.
«Seguimos ocupando el lugar 11 a nivel nacional, eso resulta muy importante si vemos los territorios. (…) Nosotros tenemos 45 (agencias) de autos y Jalisco tiene 250, si hacemos esa valoración pues tener un onceavo lugar es muy bueno”, dijo.
Del total de unidades colocadas de enero a junio, 56.5% (8,349) fueron camiones y 43.5% restante (6,428) automóviles.
En el segmento de camiones: 67.2% (5,610) fueron unidades de usos múltiples y 32.8% (2,739) camiones.
Entre los compradores de automóviles ligeros, la mayoría optaron por autos subcompactos 47.3% (2,806), en seguida, 43.2% (2,778) por compactos, así como 11.8% (760) de lujo y 1.3% (84) por automóviles deportivos.
Los municipios de la Zona Metropolitana concentran gran parte del mercado de autos nuevos: en la capital se comercializaron 4,148 autos, además de 779 colocados en Corregidora, 632 en El Marqués, 497 en San Juan del Río, así como 17 unidades más en Huimilpan, también municipio metropolitano, y 355 en municipios no conurbados.
De igual manera, las compras de camiones se centralizaron en demarcaciones metropolitanas: el municipio de Querétaro concentró 5,064 unidades, El Marqués 1,053, Corregidora 817, en San Juan del Río 737, en Huimilpan 54 y 624 en municipios no conurbados.
A más de tres años de la contingencia sanitaria por Covid-19, el mercado automotriz ha comenzado a tener mayor estabilidad en sus inventarios, luego del déficit que trajo la pandemia a causa de las disrupciones en las cadenas de suministro de la industria.
La recuperación del sector -agregó la presidenta de AMDA Querétaro– ha sido lenta, pero mantiene una tendencia de crecimiento.
“El sector ha tenido un proceso lento, cuando llegó la pandemia nuestras ventas disminuyeron, luego nuestros inventarios no daban, teníamos más clientes que inventarios, hoy ya tenemos un equilibrio mayor, no estamos como en prepandemia, pero sí superamos la crisis de la pandemia, sin duda”, expuso.
Querétaro superó la tasa de crecimiento del país, debido a que a nivel nacional se vendieron 613,541 automóviles nuevos en el primer semestre del año, reportando un crecimiento anual de 18.5 por ciento.
Los tres principales mercados para la comercialización de vehículos nuevos son Ciudad de México, Estado de México y Nuevo León.
Negocios
Home office, del control a la conexión

Una de las transformaciones más profundas que dejó la pandemia no fue únicamente tecnológica. Fue una revolución en la forma en que nos comunicamos y nos vinculamos dentro de las organizaciones. Las pantallas se convirtieron en las nuevas salas de juntas, los chats reemplazaron a los pasillos informales y los correos electrónicos se transformaron en vitrinas del liderazgo cotidiano.
Hoy, en un entorno híbrido y geográficamente disperso, la comunicación interna ha evolucionado hacia una forma extendida y transversal. Las redes sociales, las plataformas de colaboración y los canales digitales ya no son complementos: en muchos casos, son el eje de la cultura organizacional.
Sin embargo, muchas empresas aún no han actualizado el “software mental” de sus líderes. Se sigue entendiendo la comunicación interna como un asunto de tableros físicos, boletines impresos o reuniones presenciales, bajo la responsabilidad exclusiva de Recursos Humanos. Se olvida que todo líder comunica siempre, incluso cuando guarda silencio. Porque el silencio, la omisión, la indiferencia o incluso el exceso de control también son mensajes. Y algunos de los más elocuentes.
La pregunta clave en esta era no es solo cómo comunicar, sino a quién le están hablando los líderes. El colaborador que imaginábamos fijo en su escritorio, siempre disponible para una junta o una charla espontánea, ya no existe. En su lugar, hoy nos vinculamos con una diversidad de perfiles: personas que se conectan desde zonas lejanas, empleados que nunca han visto en persona a su jefe, trabajadores por proyecto que rotan entre empresas o profesionales que llevan años en la organización y nunca han pisado una oficina.
Esta fragmentación obliga a redefinir la voz del liderazgo interno. Ya no basta con transmitir mensajes corporativos en boletines bien diseñados. La verdadera efectividad de la comunicación interna reside en la capacidad de generar conexión emocional, sentido de pertenencia y coherencia, incluso (y muchas veces sobre todo) a través de una pantalla.
Mientras algunas organizaciones han invertido en sofisticadas herramientas de monitoreo para medir productividad, han descuidado el clima emocional de sus equipos. Cuando la comunicación se usa como instrumento de vigilancia, no de cercanía, el resultado es predecible: colaboradores desconectados, líderes que parecen lejanos y equipos que operan como islas sin comunidad.
Frente a este nuevo escenario, se requiere implementar estrategias reales de escucha activa, que no se limiten a una encuesta anual. Las personas necesitan espacios donde puedan expresarse, saber que su voz tiene eco y confiar en que lo que comparten genera una respuesta. Herramientas como los “ask-me-anything“, los foros internos o los espacios colaborativos bien moderados pueden marcar una gran diferencia.
Por ejemplo, una relevante compañía de tecnología implementó microllamadas semanales de 5 minutos entre líderes y cada integrante del equipo. Esto ayudó a mantener una sensación de cercanía, confianza y coordinación en equipos distribuidos por toda la región
O una de las plataformas de música más conocidas implementó en sus equipos globales abrir las reuniones con “termómetros emocionales” visuales. Estas prácticas voluntarias mejoran el clima emocional y normaliza hablar sobre cómo nos sentimos en ambientes controlados pero cercanos.
Inspirar con propósito, liderar con transparencia.
La narrativa de la comunicación interna debe tener propósito. Todo comunica, cada palabra cuenta para reforzar la cultura, los valores y la visión compartida. Y cuando se trata de anunciar cambios, decisiones difíciles o gestionar una crisis, lo más valorado no es el optimismo artificial, sino la transparencia con empatía. Los colaboradores no esperan perfección, pero sí honestidad.
En esta nueva realidad, los líderes deben hacer un esfuerzo consciente por hacerse presentes, aunque no compartan un espacio físico con sus equipos. Lo que importa no es la tecnología, sino la intención y la calidez del gesto.
El verdadero reto de la comunicación interna hoy no es técnico, es profundamente humano. Las personas necesitamos sentirnos parte de algo, incluso si estamos lejos. Necesitamos saber que nuestra voz importa y que, aunque no haya pasillos ni oficinas compartidas, la confianza sigue siendo posible. Porque en esta nueva era del trabajo, no gana quien más habla, sino quien logra ser verdaderamente escuchado.
Negocios
La revolución de la IA y el desafío de adaptarse o rendirse ante ella

La aparición de estas herramientas plantea cuestiones éticas que no podemos ignorar, hoy vemos la facilidad que nos brinda la IA para generar contenido de forma automática.
La inteligencia artificial (IA) ha entrado de lleno en el mundo de la comunicación, transformando la forma en que creamos, editamos y compartimos información. Hoy en día, herramientas de IA pueden generar desde comunicados de prensa hasta artículos como el que estás leyendo, realizar correcciones de estilo, transcripciones y hasta humanizar textos, dándoles un tono empático y cercano.
Sin embargo, esta tecnología que parece mágica no se maneja sola, y el uso responsable y ético depende de los profesionales de la comunicación. Algo similar sucedió con la internet en los 90, cuando el mundo entero comenzó a usarla y que a tres décadas de distancia la hemos adoptado como una herramienta imprescindible para la vida cotidiana.
La presencia de la IA en distintas actividades productivas es cada vez más necesaria y útil, es por ello que se debe considerar como una aliada que nos exige mejorar nuestro conocimiento, profesionalizarse y profundizar en el manejo que le podemos dar en nuestra área, haciendo a un lado la creencia de que representa una amenaza.
Es cierto que la Inteligencia Artificial facilita el trabajo en muchas áreas de desarrollo. Hoy, con unas cuantas indicaciones es posible generar el resumen ejecutivo de una reunión, una minuta detallada o un comunicado de prensa. Esto ahorra tiempo y permite al equipo de comunicación centrarse en tareas más estratégicas, sin embargo, es importante recordar que estas herramientas no reemplazan la experiencia humana.
Por muy avanzada que sea esta nueva tecnología, no entiende el contexto como lo hace una persona. Puede redactar frases y sintetizar información, pero no puede captar las sutilezas de una cultura organizacional o el tono adecuado para una situación específica, por lo tanto, debemos ser nosotros, quienes guiemos lo que esta tecnología genera, asegurándonos de que el mensaje sea claro, respetuoso y adecuado para el público al que se dirige.
La aparición de estas herramientas plantea cuestiones éticas que no podemos ignorar, hoy vemos la facilidad que nos brinda la IA para generar contenido de forma automática, también crece el riesgo de perder la autenticidad de los mensajes o, peor aún, de propagar desinformación. Así como ocurrió hace 30 años con la internet.
Quienes nos desarrollamos en el mundo de la comunicación tenemos presente en todo momento la responsabilidad de verificar la información antes de publicarla, de ajustar el tono y el contenido de acuerdo con las circunstancias y de recordar que, al final, estamos comunicándonos con personas, no con máquinas.
Sin duda, el surgimiento de estas tecnologías nos obliga a evolucionar, no basta con saber usar una herramienta de IA; los comunicadores debemos estar capacitados para entender sus limitaciones, sus sesgos y su impacto en la calidad de los mensajes.
La aparición de estas herramientas plantea cuestiones éticas que no podemos ignorar, hoy vemos la facilidad que nos brinda la IA para generar contenido de forma automática.
La inteligencia artificial (IA) ha entrado de lleno en el mundo de la comunicación, transformando la forma en que creamos, editamos y compartimos información. Hoy en día, herramientas de IA pueden generar desde comunicados de prensa hasta artículos como el que estás leyendo, realizar correcciones de estilo, transcripciones y hasta humanizar textos, dándoles un tono empático y cercano.
Sin embargo, esta tecnología que parece mágica no se maneja sola, y el uso responsable y ético depende de los profesionales de la comunicación. Algo similar sucedió con la internet en los 90, cuando el mundo entero comenzó a usarla y que a tres décadas de distancia la hemos adoptado como una herramienta imprescindible para la vida cotidiana.
La presencia de la IA en distintas actividades productivas es cada vez más necesaria y útil, es por ello que se debe considerar como una aliada que nos exige mejorar nuestro conocimiento, profesionalizarse y profundizar en el manejo que le podemos dar en nuestra área, haciendo a un lado la creencia de que representa una amenaza.
Es cierto que la Inteligencia Artificial facilita el trabajo en muchas áreas de desarrollo. Hoy, con unas cuantas indicaciones es posible generar el resumen ejecutivo de una reunión, una minuta detallada o un comunicado de prensa. Esto ahorra tiempo y permite al equipo de comunicación centrarse en tareas más estratégicas, sin embargo, es importante recordar que estas herramientas no reemplazan la experiencia humana.
Por muy avanzada que sea esta nueva tecnología, no entiende el contexto como lo hace una persona. Puede redactar frases y sintetizar información, pero no puede captar las sutilezas de una cultura organizacional o el tono adecuado para una situación específica, por lo tanto, debemos ser nosotros, quienes guiemos lo que esta tecnología genera, asegurándonos de que el mensaje sea claro, respetuoso y adecuado para el público al que se dirige.
La aparición de estas herramientas plantea cuestiones éticas que no podemos ignorar, hoy vemos la facilidad que nos brinda la IA para generar contenido de forma automática, también crece el riesgo de perder la autenticidad de los mensajes o, peor aún, de propagar desinformación. Así como ocurrió hace 30 años con la internet.
Quienes nos desarrollamos en el mundo de la comunicación tenemos presente en todo momento la responsabilidad de verificar la información antes de publicarla, de ajustar el tono y el contenido de acuerdo con las circunstancias y de recordar que, al final, estamos comunicándonos con personas, no con máquinas.
Sin duda, el surgimiento de estas tecnologías nos obliga a evolucionar, no basta con saber usar una herramienta de IA; los comunicadores debemos estar capacitados para entender sus limitaciones, sus sesgos y su impacto en la calidad de los mensajes.
La profesionalización en el uso de la IA implica aprender a filtrar, editar y complementar lo que produce la tecnología, para asegurarnos de que el contenido sea efectivo, empático y relevante. Pero también debemos cultivar habilidades en áreas donde la inteligencia artificial aún no puede reemplazarnos, como la creatividad, la empatía y la comprensión del contexto cultural y social. Estas son las áreas en las que podemos aportar un valor que una máquina simplemente no puede replicar.
Para muchos, la IA representa una amenaza a su profesión, y no es difícil ver por qué. Es innegable que estas herramientas pueden realizar tareas que antes eran exclusivamente de humanos, y que además lo hacen con una eficiencia impresionante.
Sin embargo, en lugar de temer la pérdida de puestos de trabajo, debemos entender que la IA está aquí para complementar nuestro trabajo, no para reemplazarlo. Aquellos que sepan adaptarse y ver esta tecnología como una oportunidad para mejorar sus habilidades y ampliar su alcance, serán los que prosperen en esta nueva era.
Fuente: El Financiero
Negocios
Por inseguridad, comercios de Celaya se mudan a Querétaro
Son cinco comercios los que han cambiado sus actividades para Querétaro por la inseguridad en Celaya, Guanajuato, refirió la presidenta de la Cámara de Comercio de Querétaro, Lorena Muñoz Altamira.
“Yo personalmente conozco cuatro o cinco empresarios que estábamos en Celaya y ya no estamos en Celaya”, puntualizó.
Explicó que el incremento de la inseguridad en aquel municipio se dio en 2018, lo que obligó la migración al estado.
Refirió que su empresa también tuvo que mudarse de ese municipio para Querétaro por amenazas debido a la inseguridad que existe; y recalcó que en la entidad no ha tenido problemas similares.
“Yo soy el caso real de haber trabajado en diferentes estados y municipios y terminar trabajando en el estado de Querétaro, tuvimos una empresa, más de 18 años en Celaya, y tuvimos que cerrar de un día para otro por cuestiones de inseguridad, lo he vivido personalmente en término de amenazadas en contra mía, de mi familia y los colaboradores que llevan la empresa”, refirió.
Subrayó que en Querétaro se les permite trabajar con certeza, seguridad y generar empleo para la población.
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