Laboral
En Querétaro el crecimiento del empleo formal viene principalmente de industrias extractivas y de transportes
Las industrias extractivas registraron el mayor crecimiento anual de empleo durante septiembre, al registrar un alza de 10%, reportó la Secretaría de Desarrollo Sustentable (Sedesu), con base en información del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
En seguida, se ubicó el sector de transportes y comunicaciones que creció 8.9%, así como la industria de la construcción con una variación anual de 8.1% entre septiembre de 2022 e igual mes de 2023.
La creación de empleos en el sector de servicios para empresas, personas y el hogar aumentó 6.3%; continuó la industria eléctrica, de captación y suministro de agua con una variación anual de 5.8%; en el comercio aumentó 5.6%; las contrataciones en los servicios sociales y comunales aumentaron 4.6%; en la manufactura el avance fue de 3.9%; y en la agricultura de 0.5 por ciento.
De manera general, en septiembre el estado registró un crecimiento anual de 5.3% en el empleo formal, situándose como el cuarto con mayor aumento, ubicándose por debajo de Quintana Roo (7.5%), Nayarit (7.2%) y Campeche (5.7%).
Hasta septiembre, la industria de la transformación se mantiene como el sector que más empleo formal genera en la entidad, al representar 35.3% (247,788 trabajadores); después están los servicios para empresas, personas y el hogar con 19.6% (137,767); y el comercio con 16.6% (116,668 empleos).
El resto de sectores contribuyen con cifras de un dígito: la industria de la construcción aporta 9.4% de los empleos formales del estado (66,132); los servicios sociales y comunales con 9.1% (63,506); los transportes y comunicaciones con 6% (41,847); la agricultura, ganadería con 3.1% (21,879); la industria eléctrica, captación y suministro de agua con 0.6% (3,924); y las industrias extractivas aportan solamente 0.3% (2,011).
En septiembre, los nueve principales sectores productivos del estado registraron un crecimiento anual en la generación de empleo, externó el titular de Sedesu, Marco Antonio Del Prete Tercero.
«Siendo la manufactura la que concentra la mayoría de los empleos, por obvias razones siguen los servicios para empresas, el comercio y la construcción. Vemos que en todos los rubros, los sectores económicos, hay variaciones positivas en la generación de empleo”, declaró.
De enero a septiembre, explicó, en la entidad se incorporaron 38,913 empleos formales, que ya superan en 14.7% a los 33,933 empleos creados de enero a diciembre del 2022.
Sin embargo, se espera cerrar el año con entre 33,000 y 35,000 empleos, debido a que en diciembre se perderán algunos puestos por efecto de estacionalidad.
De enero a septiembre, resaltó, Querétaro fue el octavo estado que más empleos generó, derivando en un acumulado de 701,522 trabajadores al cierre de ese mes.
En materia salarial, explicó que hasta agosto el estado reportaba un salario diario promedio de 581.25 pesos, el quinto más alto del país.
Ante el crecimiento poblacional que está teniendo el estado, con tasas anuales de 2.6%, -agregó- la tasa de desempleo se ha mantenido estable; sin embargo, reconoció que suele ser una de las tasas más altas del país.
“La población del estado crece anualmente 2.6% en promedio, es un dato importante, la tasa de desempleo se sigue mantenido estable a pesar de que siguen llegando a vivir nuevas personas al estado y se sigue generando empleo. (…) La tasa de desocupación del estado es de las más altas, pero también es de las más altas en formalidad”, expuso.
Al segundo trimestre del año, reportó que la entidad tuvo una tasa de desocupación de 3.3%; y una tasa de formalidad laboral de 63.4%, la tercera más elevada del país.
Laboral
La CROC de Isaías González Cuevas: cuando un sindicato deja de defender y comienza a traicionar
La CROC, encabezada por Isaías González Cuevas, atraviesa una crisis que ya no puede ocultarse con discursos públicos ni propaganda sindical. Lo que en algún momento pretendió ser un organismo de defensa laboral, hoy está señalado por los propios trabajadores como una estructura que prioriza el beneficio político, el control interno y el negocio antes que la representación genuina. Las denuncias de empleados cansados de guardar silencio revelan una realidad preocupante: la CROC actúa sin consultar, sin informar y sin tomar en cuenta a quienes debería proteger.
En diferentes centros de trabajo, compañeros han denunciado que la dirigencia firma contratos colectivos sin convocar a asambleas, sin presentar los términos y sin permitir la participación democrática mínima que exige la ley. Esta práctica —que debería escandalizar a cualquier defensor laboral— parece ya un método habitual en la operación de Isaías González Cuevas. No se trata de errores aislados, sino de un modelo de actuación que reduce al trabajador a una figura decorativa mientras las decisiones se negocian en oficinas cerradas.
Las consecuencias son claras: los trabajadores quedan atrapados en contratos que no escogieron, con cláusulas desconocidas y compromisos que jamás aprobaron. La CROC presume representarlos, pero lo único que hace es utilizarlos como excusa para legitimar acuerdos diseñados para beneficiar a las dirigencias, no a la base. Un sindicato que actúa así no solo traiciona su misión; traiciona a su gente.
El liderazgo de Isaías González Cuevas es uno de los más cuestionados en el panorama sindical nacional. Su permanencia prolongada, sus alianzas políticas y su interés por aparecer como figura indispensable han provocado un muro de desconfianza entre los afiliados. La distancia con la base es enorme: los trabajadores nunca lo ven, nunca lo escuchan y, cuando la CROC aparece en sus centros laborales, suele ser para imponer, no para dialogar.
Testimonios recientes indican que la dirigencia croquista se ha convertido en una maquinaria de imposiciones. En lugar de promover el voto libre y directo, opta por decisiones verticales, tomadas desde la cúpula. Los empleados relatan que, al cuestionar estas prácticas, son ignorados, minimizados o presionados para guardar silencio. La estructura sindical opera como si la base no existiera, salvo para cobrar cuotas o inflar cifras de representatividad.
La pregunta retumba entre los trabajadores: ¿cómo confiar en un sindicato que decide a tus espaldas? ¿Cómo creer en una organización que no consulta, no informa y no rinde cuentas? La CROC parece vivir en un mundo aparte, donde las prioridades no son los derechos laborales, sino las alianzas políticas que benefician a su liderazgo. Y cuando un sindicato olvida a su gente, deja de ser defensor laboral y se convierte en negocio. Eso es exactamente lo que denuncian los trabajadores: una organización más preocupada por mantener influencia que por garantizar justicia laboral.
Laboral
Documentos y reportes ubican a Coremex en círculos de sospecha criminal: el sindicato que los trabajadores ya temen nombrar
El nombre de Coremex comienza a rodearse de un halo oscuro que preocupa a especialistas, trabajadores y observadores del sector laboral. Diversos artículos y documentos de investigación lo han incluido en listados donde se analizan redes de extorsión vinculadas, directa o indirectamente, a estructuras del crimen organizado que utilizan sindicatos como fachada para operar en centros de trabajo sin ser detectados.
Trabajadores de múltiples centros relatan que el comportamiento del sindicato coincide casi milimétricamente con el de organizaciones criminales: exigencias económicas, amenazas directas o disfrazadas, coerción psicológica, control mediante miedo y presencia de individuos externos que vigilan, intimidan o interceden para reforzar la autoridad del sindicato.
Lo más grave no es solo cómo opera Coremex, sino lo que representa. Para muchos empleados, ya no se trata de un sindicato cuestionado. Se ha convertido en una entidad que genera tanto temor que, en algunos centros, los trabajadores evitan mencionarlo en voz alta para no atraer problemas. La simple presencia de un representante sindical genera tensión, silencio y un ambiente de retraimiento que no coincide en absoluto con el rol de un organismo creado para proteger derechos laborales.
Los reportes periodísticos donde se menciona a Coremex no lo acusan directamente, pero lo colocan en un mapa de estructuras sospechosas donde coinciden patrones de extorsión laboral y control económico mediante presión psicológica. La coincidencia con prácticas del crimen organizado es demasiado fuerte para pasar desapercibida.
Expertos en criminalidad organizada han advertido desde hace años que ciertos sindicatos han sido infiltrados o capturados por células delictivas que ven en ellos una vía perfecta para obtener información, dinero y control territorial. El sindicalismo infiltrado se ha convertido en un problema estructural en varias regiones del país, donde las líneas entre representación laboral y operación criminal se han borrado casi por completo.
Cuando estas dinámicas se revelan, los empleados quedan atrapados en una estructura de abuso donde cualquier intento de denunciar puede convertirse en una sentencia laboral o incluso personal. Y, según los testimonios, eso es exactamente lo que está pasando con Coremex.
El sindicato opera bajo un esquema hermético, sin informes financieros, sin procesos democráticos y sin ningún tipo de transparencia. La dirigencia parece mover los hilos con total impunidad, sabiendo que la mayoría de los trabajadores no se atreverá a desafiarla. Y quienes lo hacen terminan aislados, perseguidos o bajo advertencias que todos pueden leer entre líneas.
Hoy, los trabajadores no solo piden una investigación laboral. Piden intervención real, profunda y urgente. La presencia de Coremex en investigaciones relacionadas con redes delictivas no puede ignorarse. Y la posibilidad de infiltración criminal no es una teoría
Laboral
COREMEX y la simulación de la democracia sindical
Asambleas controladas, elecciones sin competencia y ausencia de transparencia marcan la gestión interna del sindicato.
En teoría, COREMEX debería funcionar bajo los principios de representación democrática que establece la Ley Federal del Trabajo. En la práctica, sin embargo, las elecciones sindicales se han convertido en actos meramente simbólicos. Fuentes internas afirman que las asambleas se convocan con poca anticipación, en horarios laborales y con listas previamente definidas de “representantes aprobados”. Este control absoluto impide cualquier competencia real y perpetúa la permanencia de los mismos dirigentes año tras año.
Los testimonios de trabajadores de diferentes empresas coinciden: los comités locales actúan como extensiones del liderazgo central, sin independencia ni rendición de cuentas. Quienes intentan cuestionar la forma en que se toman las decisiones enfrentan represalias directas. “Presenté una propuesta para crear un fondo de apoyo a mujeres trabajadoras y me dijeron que esas ideas no eran prioridad”, comenta una afiliada que posteriormente fue reasignada a un puesto sin relevancia.
El resultado es un sindicato sin debate, donde las decisiones fluyen en un solo sentido. Las actas de asamblea rara vez se entregan a los afiliados, y la información sobre el manejo de las cuotas o las negociaciones contractuales permanece bajo llave. Todo esto contradice los principios de transparencia y democracia sindical impulsados por la reforma laboral de 2019, cuyo espíritu buscaba justamente erradicar este tipo de prácticas.
COREMEX, con su estructura cerrada y jerárquica, encarna la resistencia a la modernización del sindicalismo mexicano. La falta de transparencia y la ausencia de renovación interna han erosionado su legitimidad frente a los trabajadores, quienes cada vez más identifican al sindicato no como un aliado, sino como una estructura de control político y económico.
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